El hígado graso, comúnmente conocido en
el ámbito sanitario como Esteatisis hepática,
es una enfermedad generalmente benigna del hígado que se caracteriza por la
acumulación de ácidos grasos y de triglicéridos en las células hepáticas.
Los síntomas del hígado graso por regla
general suelen ser dolor en la parte superior derecha del abdomen, malestar
general, fatiga crónica y sensación de pesadez en especial después de las
comidas.
Aunque también es cierto que existen
pacientes que no tienen síntomas, cuestión peligrosa hasta cierto punto, dado
que la enfermedad puede evolucionar de manera silenciosa a estadios mas graves.
Hace algunos años el hígado graso se relacionaba con el consumo de alcohol en
grandes cantidades, aunque en la actualidad son más los especialistas que
relacionan el aumento de personas con esta patología con los altos niveles de
obesidad, de colesterol y triglicéridos.
Los factores de riesgo asociados
frecuentemente a la enfermedad por hígado graso no alcohólica (EHGNA) son la
obesidad, la diabetes tipo 2 y la dislipidemia.
En el caso de los niños, se han
detectado algunos con ENGNA quienes presentan también diabetes tipo 1. La
presencia de diabetes aumenta el riesgo y la severidad de EHGNA independientemente
del índice de masa corporal IMC.
En la población de Estados Unidos en el
año 2000 se estimaba que 30,1 millones de obesos podían tener esteatosis, y
alrededor de 8,6 millones podían tener esteatohepatitis. La diabetes tipo 2
afecto el 7,8 % de los adultos en los Estados Unidos, mientras que el 50% de
los pacientes con diabetes tenían EHGNA.
Síntomas del hígado graso:
son diversos los síntomas, aunque también es cierto que todos los pacientes presentan síntomas. Los más habituales son los siguientes:
Dolor en la parte superior derecha del
abdomen
Cansancio
Malestar general
Fatiga crónica
Pérdida de peso
Sensación de pesadez
Ictericia (en algunas ocasiones)
Tratamientos:
no existe un tratamiento definitivo para el hígado graso. Las recomendaciones básicas podrían ser la reducción del peso corporal y seguir una dieta equilibrada, rica en frutas y verduras. La práctica regular de ejercicios es recomendada en todos los casos, dado que ayudamos a nuestro organismo a que elimine la grasa sobrante del cuerpo.
Una buena opción sería acudir a un
nutricionista que nos indique una dieta adecuada para el hígado graso, y que
controle el peso que vayamos perdiendo, puesto que una perdida rápida de peso está
asociada a un mayor daño al hígado.
Por último, y para terminar, debemos
evitar el consumo de leche, quesos curados, la grasa de origen animal y
azucares. Los alimentos ricos en fibra (vegetales y cereales integrales) nos
ayudaran absorber menos grasa y azucares. Hemos de tener en cuenta también los
antioxidantes, como la vitamina A, C, E y el selenio, que pueden colaborar en
evitar una degeneración celular. Espero te haya ayudado. Hasta pronto.
Obs.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por participar en esta pagina.